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23 de Septiembre: Derechos Políticos de las Mujeres Dominicanas.

Actualizado: 8 oct 2022


El 23 de septiembre es un día importante para las mujeres dominicanas. Ese día, en 1990, la República Dominicana ratificó la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), que reconoce los derechos políticos de las mujeres. Esto supuso un gran avance para las mujeres dominicanas, a las que durante mucho tiempo se les habían negado derechos y oportunidades básicas. En esta entrada del blog, contaremos un poco sobre la historia de los derechos políticos de las mujeres en la República Dominicana y lo que se ha logrado desde 1990. El primer paso hacia la igualdad de las mujeres dominicanas se dio en 1944, cuando se les concedió el derecho al voto. Fue un logro importante, pero no se tradujo inmediatamente en una mayor participación política de las mujeres. En las décadas de 1950 y 1960, los derechos de las mujeres fueron erosionados aún más por los gobernantes autoritarios del país. No fue hasta la década de 1970 que las mujeres comenzaron a organizarse y a reivindicar sus derechos. En 1978, un grupo de mujeres fundó el Movimiento Feminista Dominicano (MFD), que se convirtió en la principal voz del país en materia de derechos de la mujer. A lo largo de la historia de la República Dominicana, las mujeres han logrado gradualmente el reconocimiento de sus derechos civiles y políticos. En 1920, los movimientos feministas comenzaron a desarrollarse en un contexto en el que su participación era limitada, especialmente como docentes o intelectuales; pero también porque tenía lugar en su mayor parte en zonas rurales con poderosos líderes civiles y militares que históricamente habían desempeñado papeles importantes dentro de las normas de la sociedad respecto a los roles de género en este periodo. Cuando se formó el Club Nosotras en 1925, no sólo Santo Domingo tenía una sociedad eminentemente alfabetizada. En 1930 una de sus integrantes asistió a la Primera Conferencia de la Comisión Interamericana de Mujeres celebrada en La Habana, Cuba, y hubo una gran efervescencia feminista en toda América Latina en esta época, ya que poco después se inició la dictadura de Trujillo, lo que supuso un reto para las aspiraciones de las feministas en cuanto a sus libertades civiles y políticas. Sin embargo, Abigail Mejía, junto con otras mujeres de la élite de la República Dominicana, publicaron un Manifiesto exigiendo la igualdad de trato en la Constitución durante el año 1931. Las mujeres dominicanas han estado luchando por el derecho al voto desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Finalmente obtuvieron este privilegio en 1942, a través de una serie de reformas constitucionales que lo establecieron entre otras cosas dentro de los artículos 9 y 10 . Estos momentos marcaron una importante apertura de las libertades civiles; sin embargo, también permitieron que se afianzarán gobiernos autoritarios como los de Rafael Trujillo, cuyas políticas se caracterizaron por un conservadurismo a menudo estereotipado por el género. Gracias al trabajo de las defensoras y líderes femeninas, las barreras que impiden el pleno acceso de las mujeres a la vida pública se han ido debilitando. Según una encuesta reciente realizada en 2012 por DEMOS: El 69% apoya que las mujeres dominicanas se involucren en la política. La lucha por los derechos de la mujer aún no ha terminado. Prueba de ello es la presencia de varias líderes femeninas en varios niveles, pero todavía están muy poco representadas y carecen de poder en relación con sus iguales masculinos en muchos campos diferentes, incluida la política, donde parece haber poco cambio cuando se trata principalmente de puestos de liderazgos en el Congreso o incluso en los gobiernos locales, como las alcaldías, donde las mujeres a menudo sólo ocupan cargos más bajos en lugar de convertirse en gobernantes, lo que ha sido típico hasta ahora. Ya no hay razón para que una mujer vea limitadas sus oportunidades educativas por su sexo. De hecho, en los niveles más altos de la educación, como las matrículas universitarias, en las que aproximadamente el 62% son mujeres, queda claro que este tipo de empoderamiento no sólo las ha llevado a ellas, sino también a la propia sociedad, a una nueva era apasionante.




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